Cuando haces algo, siempre hay dos formas de hacerlo.
O tienes que forzarte, o te resulta natural.
Si te fuerzas a hacer algo, entonces lo que haces no auténtico para ti.
La gente percibe esta falta de autenticidad, lo que hace que todo lo que hagas sea aún más difícil.
Cuando realmente, desde el fondo de tu alma, quieres hacer algo, entonces no hay fuerza.
Porque no hay fuerza, hay fluidez.
Te parece un juego, aunque sea increíblemente duro.
Para los que miran desde fuera, lo que haces parecerá fácil.
Cuando no hay fuerza, hay autenticidad.
Cuando hay autenticidad, todo encaja.
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