Mi agricultor ecológico local es un maravilloso recordatorio de que no se necesita una inmensa riqueza para encontrar alegría y felicidad.
Él vive una vida plena. Su esposa me compartió que él pasa la mayor parte del día en el jardín, mientras que los miércoles y sábados venden sus productos en el mercado.
Todos los días está afuera, bajo el sol. Él consume alimentos orgánicos frescos. Esto se refleja en su apariencia. Parece joven y lleno de vitalidad para su edad. Algo que todos los biohackers y longevistas intentan lograr con tanto esfuerzo.
Cuando cruzas miradas con él, sus ojos reflejan satisfacción, felicidad y paz interior.
Una pequeña granja ecológica es todo lo que necesita para estar satisfecho. Esto nos lleva a reflexionar, ¿por qué creemos que la adquisición de grandes cantidades de riqueza es un requisito previo para la felicidad?
Leave a Reply